Rendimiento emocional

Rendimiento emocional: cuando lo que te pasa… empieza a pasar factura

¿Rendir emocionalmente?

Correr una maratón exige algo más que piernas: exige cabeza, corazón y saber cuándo aflojar.

Quienes entrenan para esos 42 km no solo trabajan, resistencia, fuerza o velocidad, sino también algo más: la gestión del cansancio, del miedo al fallo, del impulso de rendirse en el km 32. Los grandes corredores no son los que no sienten nada, sino los que saben qué hacer con lo que sienten sin que eso los desvíe de su camino.

En el entorno profesional pasa exactamente lo mismo: No se trata de no sentir. Se trata de no ignorar lo que sientes mientras haces lo que hay que hacer.

Y tú… ¿sabes qué hacer con lo que sientes?

  • ¿Dónde va la frustración cuando no sale como esperabas?
  • ¿Dónde guardas la angustia cuando el proyecto no depende solo de ti?
  • ¿Qué hacés con el miedo a fallar, a perder, a decepcionar?

Muchos profesionales de alto rendimiento creen que la gestión emocional es “un tema blando”.
Spoiler: lo blando, cuando se reprime, se vuelve duro e incluso a veces, destructivo.

¿Qué es el rendimiento emocional?


El rendimiento emocional es tu capacidad para sostener, entender y canalizar tus emociones bajo presión, sin que te bloqueen ni te pasen por encima. Es poder sentir sin que eso te desborde. Es usar tu mundo interno a tu favor, no en tu contra.

No se trata de “no afectarte”. Se trata de desarrollar una musculatura interna que te permita actuar con claridad incluso cuando estás cansado, frustrado o con miedo.

Es una forma de inteligencia que sostiene y que marca la diferencia entre quienes simplemente sobreviven al estrés… y quienes lo atraviesan con conciencia. Porque rendir no es desconectarse, rendir es aprender a estar presente incluso cuando las cosas pesan.

Señales de que tu rendimiento emocional está en crisis:

  • Respondes bien en lo externo, pero por dentro estás en piloto automático.
  • Te irritas con facilidad, o estás más sensible de lo habitual.
  • Tienes momentos de bajón que no entiendes ni sabes de dónde vienen.
  • Evitas parar, porque cuando paras… algo se te viene encima.
  • Te exiges que todo siga funcionando, pero ya no sabes si estás disfrutando.
  • Respondes bien funcionalmente a todas las gestiones de tu día a día, pero te sientes vacío/a.
  • Te cuesta dormir, aunque estés agotado/a.
  • No disfrutas nada de lo que haces… aunque esté yendo bien.
  • Sientes que estás aguantando, no eligiendo.

Claves para sostener tu estado interno en entornos de presión:

1. Valida lo que te pasa y observa:
No minimices lo que sientes y mucho menos por comparación (“no es tan grave”, “otros están peor”).
Tu emoción es válida porque te está ocurriendo. Ponle nombre y permítete transitarlo. Haz una pausa breve al día para preguntarte: ¿qué estoy sintiendo? ¿En qué parte del cuerpo lo noto? Nombrar la emoción reduce su intensidad. Lo que no se nombra, domina.

2. No te tragues la emoción, transfórmala:
Hay una diferencia enorme entre contener y reprimir. Canalizar no es explotar, es encontrar el momento, la persona o el espacio donde soltar lo que estás sosteniendo. Hablar, escribir, moverte… no es “debilidad”, es estrategia.

3. Entrena tu capacidad de pausa:
No necesitas una semana en Bali. A veces, 3 minutos de respiración consciente antes de una reunión pueden evitar un desastre emocional. Recuerda, el autocuidado emocional no es lujo: es estrategia.

4. No ignores las señales físicas:
Tu cuerpo es el primer mensajero de tus emociones. Dolor de espalda, insomnio, nudo en el estómago… no son “cosas del estrés”. Son tu sistema nervioso pidiendo auxilio.

Una mente fuerte no es la que no se afecta, es la que sabe cómo sostenerse cuando todo pesa. El cuerpo rinde adecuadamente cuando la mente está clara y la mente está clara cuando la emoción tiene lugar, cuanto te permites estar, sentir y sobre todo, ser. No se trata de sentirte bien todo el tiempo, se trata de aprender a sentir… sin dejarte caer, a permitirte experimentar cada emoción, aunque ésta no siempre sea positiva porque experimentando cada situación, es la mejor manera de soltar lo que no te hace bien, en dejar ir, en fluir y en conectar contigo mismo y con tu entorno.

Porque el rendimiento real —en el deporte, en la empresa o en la vida— no se mide solo en resultados, sino en cuánto de ti queda entero al final de la carrera.

  • Laura García Grande, psicóloga especializada en salud mental laboral — bluebrain

    Psicóloga y cofundadora de bluebrain, especializada en salud mental en entornos profesionales de alta exigencia. Con experiencia en entornos corporativos y formación en: Psicología, Recursos Humanos, y Neuromanagement. Su propósito: que cada persona recupere equilibrio, confianza y motivación en su vida personal y profesional.

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