Autoexigencia-Laboral

Autoexigencia: el veneno que te venden como disciplina

Vivimos en una cultura que aplaude el “poder con todo”, que romantiza las jornadas interminables, el siempre estar disponible y la obsesión por ser el mejor. Lo llaman disciplina, pero muchas veces no es más que autoexigencia desmedida y la realidad es que detrás de esa búsqueda constante de perfección hay un gran coste: estrés, ansiedad, insomnio, problemas físicos, pérdida de motivación… y lo más peligroso, la sensación de que nunca es suficiente.

Aunque la palabra “autoexigencia” ya nos asusta y nos hace pensar en algo malo, tal y como nos han enseñado en muchas ocasiones, no olvidemos que también es una fuerza que nos impulsa a mejorar, a alcanzar metas y a desafiarnos constantemente. En el entorno laboral, nos anima a destacarnos, a llevar nuestras habilidades al máximo, a demostrar lo mejor de nosotros/as. Sin embargo, cuando  se convierte en un patrón llevado al extremo en el que su intensidad nos arrasa, puede acabar desgastándonos hasta el punto de sentir que nada de lo que hacemos es suficiente.

¿Cuándo la autoexigencia se vuelve dañina? Puede que nos encontremos ante un perfeccionismo disfuncional, un patrón en el que la persona coloca el listón tan alto que, en lugar de motivar, termina bloqueando y generando malestar. Y lo curioso es que, aunque lo vivimos como elección personal, gran parte de esa autoexigencia viene impuesta por entornos laborales hipercompetitivos, por modelos sociales poco realistas o mensajes culturales que glorifican el sacrificio extremo. Este tipo de presión constante nos lleva a mantener expectativas inalcanzables, que nos terminan sumiendo en un agotamiento físico y mental. Como resultado, caemos en un ciclo donde la autoestima se ve afectada, y nuestra motivación se disuelve en la frustración.

Y entonces, esa autoexigencia se convierte en veneno, porque convierte la disciplina, que es sana, útil y necesaria, en un sistema de castigo interno. Dejas de hacer las cosas por crecer o disfrutar, y empiezas a hacerlas para evitar el fracaso, la culpa o el miedo a no ser suficiente.

3 señales de que la autoexigencia te está pasando factura:

  1. Nunca es suficiente. Cumples metas, pero siempre piensas en lo que falta.
  2. El descanso te genera culpa. Sientes que parar es perder tiempo o “fallar”.
  3. Tu valor depende del resultado. Tu valor personal se liga estrachemente con tu sentido de producir, de generar resultados, de considerar que estás cumpliendo.

Entonces, ¿cómo mantener el deseo de crecer sin que se convierta en una carga? Aquí os compartimos algunas estrategias que pueden ayudarte:

  • Reformula tu diálogo interno: En vez de “tengo que hacerlo perfecto”, cámbialo por “voy a dar lo mejor de mí con lo que tengo hoy”. Parece simple, pero entrenar la mente a hablarte diferente cambia tu percepción del esfuerzo.
  • Celebra los avances pequeños: No todo éxito es un ascenso o un proyecto millonario. Reconocer tus pasos diarios, por pequeños que sean, ayuda a entrenar tu cerebro a valorar el proceso y no solo la meta.
  • Aprende a parar sin culpa: El descanso no es abandono, es inversión. Está demostrado que las pausas estratégicas aumentan la creatividad y la capacidad de decisión.
  • Busca apoyo. La autoexigencia se alimenta del aislamiento por lo que es importante hablar con un terapeuta, un compañero/a o alguien de confianza que te ayuda a poner perspectiva.
  • Recuerda que eres más que tu trabajo. Tu identidad no debería depender de un cargo, un resultado o una cifra. Eres persona antes que profesional.
  • Y por supuesto, evita la comparación constante: En una sociedad que cada día más nos arrasa e influye con redes sociales, con una presión social por parecer más que por ser, no olvides encontrar tu lugar en todo ese caos y no apagar el faro que la sociedad insiste ocultar. No te condenes de ti mismo/a en base a expectativas ilusorias de cómo teóricamente deberías de ser, tener o parecer ante la mirada de los demás. En este sentido, en lugar de medir tus logros según los estándares de otros, celebra tu propio progreso y define el éxito según tus valores y metas personales.

Recuerda que la autoexigencia puede ser un motor de crecimiento si aprendemos a gestionarla con equilibrio o puede ser un bloqueo que nos paralice y que nos lleve, quizás a progresar pero a costa de nuestra salud mental. En bluebrain creemos que cuidar la mente no es un lujo, es la base de todo lo que quieres construir. Porque cambiar tu mente es cambiar tu comportamiento, pero también es aprender a tratarnos con la humanidad y la compasión que siempre merecimos.

La próxima vez que escuches esa voz interna que te exige más y más, pregúntate: ¿me estoy cuidando o me estoy castigando?

El mayor enemigo no es el fracaso, es la exigencia de nunca sentirte suficiente.

  • Laura García Grande, psicóloga especializada en salud mental laboral — bluebrain

    Psicóloga y cofundadora de bluebrain, especializada en salud mental en entornos profesionales de alta exigencia. Con experiencia en entornos corporativos y formación en: Psicología, Recursos Humanos, y Neuromanagement. Su propósito: que cada persona recupere equilibrio, confianza y motivación en su vida personal y profesional.

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